Ha muerto Rafael de Paula. El torero jerezano, considerado por muchos como el mejor capote de todos los tiempos, falleció este sábado en su ciudad natal a los 85 años, dejando un vacío imposible de llenar en el mundo de la tauromaquia.
Rafael Soto Moreno nació en Jerez de la Frontera el 12 de febrero de 1940, en el seno de una familia gitana que le heredó el arte y la sensibilidad que impregnarían cada uno de sus pases. Debutó con picadores el 9 de mayo de 1957 en la legendaria plaza de Ronda, donde tres años después, el 9 de septiembre de 1960, recibiría la alternativa de manos de Julio Aparicio, con Antonio Ordóñez como testigo. Aquella tarde, frente a toros de Atanasio Fernández, ya anunció su grandeza cortando una oreja a cada uno de sus astados.
Su confirmación en Las Ventas llegó el 28 de mayo de 1974, con José Luis Galloso como padrino y Julio Robles de testigo, lidiando a "Andadoso" de J.L. Osborne.
"En su toreo hay una sutil música callada", escribió Antonio Gala sobre él. Y es que Rafael de Paula no era solo un torero: era un poeta con el capote, un artista que bordaba las verónicas con una composición asombrosa, convirtiendo cada quite en una obra maestra efímera. Su temple, su parsimonia, su capacidad para dilatar el tiempo en cada lance, lo situaron en un lugar único dentro del panteón taurino.
Tal fue su impacto en Jerez que tras su monumental faena de 1979, se colocó una placa en su honor en la plaza de toros de la ciudad.
En 2002, el Ministerio de Cultura le otorgó la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, la máxima condecoración cultural del Estado español. Posteriormente recibiría el Premio Nacional Universitario de Tauromaquia Joaquín Vidal en 2012 y las llaves de oro del Parador de Ronda ese mismo año.
Su vida, sin embargo, estuvo marcada por episodios turbulentos que alternaron con su genio artístico. Problemas legales en 1985 y 2014 salpicaron su trayectoria, mostrando el lado más oscuro de una personalidad compleja y apasionada.
Más allá del ruedo, Rafael de Paula ejerció como apoderado de importantes figuras, destacando su labor con Morante de la Puebla, a quien transmitió su visión artística del toreo.
Inscrito en el Registro de Profesionales Taurinos del Ministerio de Cultura con el número 1276, Rafael de Paula deja un legado imborrable: el recuerdo de un torero irrepetible, un gitano de Jerez que convirtió cada capotazo en un verso, cada verónica en un cante jondo silencioso.
El mundo del toro se queda huérfano de uno de sus más grandes artistas. Descanse en paz el Faraón.