En San Fermín la Fiesta volvió a vivir. Con el dolor del luto que no se olvida, Pamplona recuperó su ambiente de vida y animación en el mejor homenaje que puede recibir Víctor: una espectáculo con calidad y contenido.
Alejandro Talavante y López Simón dieron sentido y grandeza a cada uno de sus gestos hacia el compañero caído con una tarde de toreo importante.
Talavante, hipermotivado, hizo de todo y dejó un faenón a un gran toro de Jandilla. Solo la espada le privó de una Puerta Grande en la que le hubiera acompañado López Simón si no le falla el mismo elemento tras una tarde de mucho compromiso. Ambos cortaron una oreja de una corrida noble, pero deslucida en líneas generales, de Jandilla, con la que Diego Urdiales no tuvo opción de casi nada.